Cine documental y feminismo : la resistencia histórica del Colectivo Cine Mujer

Por Io Paula de la Vega

Es común que cuando pensamos en las grandes figuras de la historia del cine nos vengan a la mente, en su mayoría, únicamente nombres de representantes masculinos de ciertos movimientos o géneros cinematográficos. Sucede también en otras artes, como en la literatura, y no significa que no seamos buen@s cinéfil@s, sino que las mujeres habían sido sistemáticamente invisibilizadas de los relatos oficiales. Por ello, actualmente diversas plataformas se encargan de hacer resurgir nombres, obras y proyectos que fueron vanguardistas en su época y que merecen entrar en la conversación actual.

En la historia del cine mexicano, un grupo de alumnas del entonces llamado Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (actual Escuela Nacional de Artes Cinematográficas) marcó un hito para la creación fílmica feminista a mediados de la década de los setenta al formar el Colectivo Cine Mujer, activo de 1975 a 1987. De hecho, el año 1975 fue proclamado por la ONU como el Año Internacional de la Mujer, y también coincide con lo que se conoce como la segunda ola del feminismo, que a grandes rasgos reclamó la igualdad política, social y cultural para las mujeres.

En ese contexto de efervescencia feminista, el Colectivo Cine Mujer comenzó con los proyectos realizados en conjunto por tres mujeres en formación de cine: la mexicana Rosa Martha Fernández, quién mientras realizaba sus estudios de psicología en París presenció las movilizaciones estudiantiles del 68; la brasileña Beatriz Mira, que también había vivido y hecho cine en Francia; y la francesa Odile Herrenschmidt, quién había estudiado en el IDHEC. Poco a poco se unieron a los ejercicios fílmicos del Colectivo otras feministas, tanto estudiantes del CUEC como artistas y activistas, tales como Ana Victoria Jiménez, Helen Camus, Sybil Hayem, Laura Rosseti, Mónica Meyer, Lilian Liberman, entre otras.

Foto: Fernández

En sus proyectos fílmicos, que oscilaron entre el documental y la ficción, reivindicaron la premisa feminista según la que “lo personal es político”. Al abordar temas que en aquella época eran más tabú que ahora, como el aborto (​Cosas de mujeres, ​1978)​ o la violación (Rompiendo el silencio, 1​ 979)​,​ pero también cuestiones que no aparecían normalmente en las narrativas cinematográficas convencionales pero que retrataban las experiencias femeninas cotidianas, como el trabajo doméstico (Vicios en la cocina, ​1977;​ Amas de casa, ​1984)​​, el colectivo buscó despertar conciencia respecto a la importancia de las decisiones de las mujeres sobre sus cuerpos.

Durante sus años de existencia, el Colectivo Cine Mujer evolucionó de la mano de la profesionalización de sus integrantes, produciendo alrededor de ocho filmes considerados como cine feminista y que fueron tierra fértil para generar debate y diálogo entre grupos de mujeres en diversos contextos. La mayoría de las que fueron integrantes del Colectivo siguen activas en el militantismo ya sea a través del arte o de la docencia. Actualmente, documentalistas como Tatiana Huezo, Lucía Gajá, Christiane Burkhard, y muchas más, han sabido retratar poderosamente realidades diversas en torno a la migración femenina, la violencia doméstica y la impunidad. Y es que, justamente, cuando nos preguntemos si una producción cinematográfica es feminista o no, podemos empezar por cuestionar si ésta pone en duda el orden y los roles de género establecidos, si nos hace interrogarnos nuestras propias prácticas cotidianas y las realidades ajenas, si lo que vemos en la pantalla nos da ganas de levantar el teléfono y platicarlo con nuestras amigas, nuestras madres, nuestras camaradas.

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